Crímenes contra la Humanidad: El Militarismo Japonés y sus políticas de exterminio.(1931-1945)

Uno de los mayores relatos de horror de la Historia de la Humanidad de los que tenemos constancia es el referente a la interminable galería de atrocidades cometidas por los japoneses durante los años 30 y 40. Los japoneses actuaron en todo momento con una maldad sin límites, llevados por el fanatismo, el desprecio hacia las demás razas y el convencimiento absoluto de que se dirigían a una victoría para la que habían sido elegidos por una fuerza superior y dívina. Por eso, fue tan sorpresivo y desconcertante, para muchos japoneses, la noticia del fin de la II.G.M y de la derrota nipona. La rendición y la derrota no tenían cabida en el código de honor japonés de la época. Ellos, trataban con una crueldad inhumana a los combatientes enemigos que se les rendían por esa razón: porque la rendición equivale a ser alguien sin dignidad. Por tanto, los prisioneros capturados eran indignos a ojos de Japón.

Para la mayor parte de los países implicados en la II Guerra Mundial, este conflicto se inició en 1939. Pero para Japón, había empezado mucho antés. De hecho, la agresión japonesa contra China,- invadiendo la Península de Manchuria y estableciendo allí un gobierno títere(el Estado de Manchu-Kuo, solo reconocido por el propio Japón)- es de 1931. De hecho, en Japón, la II.G.M, se vivió como la lógica continuación de la Guerra emprendida contra China desde hacía varios años.

Japón desde finales de los años 20, había vivído el auge de las fuerzas del militarismo, que poco a poco se hicieron con todo el poder, haciendo desaparecer todo rasgo de liberalismo o democracia. Entonces, los nuevos dirigentes del país, el almirante Hideki Tojo y el Emperador Hirohito, (que según ley, era Dívino, y al que por tanto no se le podía mirar a la cara), planificaron un Nuevo Orden Mundial en el que Japón sería una de las grandes potencias hegemónicas construyendo un Imperio en Asia oriental y sometiendo y exterminando a los pueblos vecinos a los que se consideraba inferiores, así como expulsando a los colonialismos europeos de la región.

El Emperador Hirohito,en una fotografía bastante joven.

La masacre de Nankín, es el crímen más atroz de los cometidos por Japón. Tras muchos días de lucha contra una encarnizada e inesperada defensa militar por parte china, la ciudad de Nankín, cayó a mediados de diciembre de 1937. Entonces, las tropas japonesas, llevaron a cabo durante varias semanas una deliberada política de genocidio.330.000 personas fueron ejecutas en público y 20.000 mujeres fueron violadas. En aquellas semanas, víctima de la represión japonesa, murió tanta gente como a lo largo de toda la Guerra Cívil Española.

Las violaciones en grupo seguidas del asesinato de la víctima eran moneda corriente. Incluso hay testimonios de mujeres embarazadas a las que los soldados les abrieron el estómago para clavarles la bayoneta a los fetos.

El Ejército Imperial Japonés decidió que las mujeres de los países conquistados debían presentarse voluntarias para ejercer de prostitutas para la insaciable soldadesca. Como la inmensa mayoría de las mujeres de esos países, tenían más altas aspiraciones en la vida y no se presentaba voluntaria ni María Martillo, el Ejército decidió que por la fuerza. No se sabe con precisión el número de mujeres que fueron convertidasen esclavas sexuales de los soldados japoneses, pero una estiación fiable estaría en torno a 200.000. Se las calificaba como mujeres de asueto. El caso de las mujeres de asueto podría no tener precedentes históricos como ejemplo de actividad críminal controlada por el Estado que implicara la explotación sexual de mujeres.

Hideki Tojo, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Japonesas y responsable del asesinato de millones de seres humanos.Declarado culpable en los Juicios de Tokyo, por un Tríbunal Alíado, fue ahorcado, en 1946.

 La Unidad 731.

Uno de los más siniestros episodios corresponde a la Unidad 731. Esta era unidad de guerra biológica que acompañaba al Ejército Imperial en China mediante incursiones aéreas con ratas infectadas con la peste y otras toxinas. Ken  Yuasa, un médico japonés fue obligado a participar en varias sesiones con «pacientes chinos» en un hospital militar. Había 2 pacientes chinos. A uno de ellos lo tumbaron en la mesa de operaciones y le inyectaron contra su voluntad un analgésico.Uno de los doctores golpeó la cadera del chino. Le extirparon el apéndice. Un apéndice sano es bastante resbaladizo, así que el doctor tuvo que repetir varias veces la incisión. Por supuesto, no había antibióticos ni nda similar. Seguidamente, le extirparon el intestino, le amputaron los brazos, y después, el doctor practicó punzones en el corazón. Durante aquel horripilante experimento, el granjero chino no dejó de respirar hasta que otro oficial y el médico Yuasa, le sostuvieron el cuello, mientras le inyectaban drogas que acabaron matándolo.

La política de ensayos de armas bacteriológicas con ciudadanos chinos inocentes es uno de los crímenes más horrendos del siglo XX.

Muerto, el granjero chino, pasaron al chino joven. En total, durante su estancia en China, Yuasa, participó en aquel hospital, en 6 experimentos de vivisección humana como aquel sobre un total de 10 pacientes chinos sanos. Ninguno sobrevivió.

 

 Los japoneses investigaron las reacciones humanas a la peste,la fiebre tifoidea,el tifus, la viruela, la turamelia, la ictericia infecciosa, la gangrena gaseosa, el tétanos, el cólera, la tos ferina, la difteria,etc en individuos de las comunidades y las regiones circundantes que estaban bajo la responasabilidad de la Unidad de Purificación del Agua, una sección de la Unidad 731.

En total, Japón, asesinó a como mínimo, 9.000.000 de personas, entre ellos, 7.000.000 de chinos. También hubo víctimas coreanas, filipinas,indonesias,vietnamitas, australianas,holandesas,británicas,etc. Fue el Holocausto asiático.

 Masacre de Huschow, una localidad china.

Además, los japoneses, no contentos con todo esto, practicaron el canibalismo en reiteradas ocasiones.  Según el testimonio de Hatam Alí, prisionero de guerra indio, los japoneses cada día seleccionaban un prisionero, lo mataban, se lo llevaban a una cabaña donde lo troceaban, lo cortaban y lo cocinaban. Unas veces lo cocian y otras lo freían. Al cabo de un tiempo, ya empezaron a llevarse  a gente viva, y les arrancaban trozos de su cuerpo, todavía vivos, y después, arrojaban estos a una fosa, donde acababan muriendo en una indescriptible agonía.